Los extremos son mi rutina, cuando llego a un equilibrio me siento extranjera en mi propia cabeza.
Estar bien, para mi, es estar muy bien.
Estar mal, para mi, es estar muy mal.
Y últimamente que ni fu, y que ni fa. Siento que me falta algo; me falta angustia y me falta euforia.
El sexo se ha convertido en un pasatiempo, y el cuerpo me pide más. Me pide que me quieran, me pide a Jaime. Y Jaime se ha ido.
Los días giran en torno al trabajo y las facturas, a la mierda de vida adulta de la que parece ser que ahora formo parte.
Las semanas pasan a velocidades vertiginosas, todo se mueve mientras yo me quedo quieta.
He bajado peso, no tengo apetito, no tengo ganas de nada, no hago más que trabajar y follar. Trabajar y follar. Trabajar y follar. Trabajar y follar.
Me aburro. Pienso. Me agobio. Me olvido. Me consumo.